Buceo y miopía

Para bucear no hace falta vista de lince; es algo que puede hacer cualquiera que sepa nadar y tenga una salud normal.
Tener miopía o cualquier otra alteración de la visión como astigmatismo que nos obligue a llevar corrección en nuestra vida cotidiana, ya sean gafas o lentillas, no es por sí incompatible con la actividad de buceo, por supuesto salvo que el médico nos indique lo contrario.
De hecho es muy habitual bucear y llevar gafas o lentillas en superficie. En el supuesto de miopía o mala visión de lejos, si ésta es muy moderada -pongamos que por debajo de -1 dioptría- muchos buceadores dicen que no necesitan ninguna corrección para cuando se sumergen y que al ver a través de la máscara milagrosamente parece corregirse su pequeña tara. Esto es así por la refracción de la luz al pasar del medio líquido al aéreo de la máscara, y que tiene como consecuencia bien conocida por todos los buceadores, que los objetos se vean de un tamaño y proximidad aparente mayor a la real, es decir, 1/3 más grandes y ¼ más cerca. Estos privilegiados miopes tiene el problema solucionado.
Los demás, los que no tenemos suficiente con la corrección automática de la refracción para ver bien tenemos que acudir a algún otro apaño si no queremos perdernos parte de la riqueza y detalles de los fondos marinos. Aquí caben dos soluciones, una, la de usar lentillas, y la otra, llevar corrección en las gafas de bucear.
En el caso de las lentillas, lo habitual para no correr demasiados riesgos es usarlas de esas desechables, de las de uso diario, que vienen a costar sobre un euro. Gozaremos de una buena visión y salvo que nos entré continuamente agua en la máscara no tenemos que preocuparnos en evitar que la lentilla se pierda. Hay incluso quien dice que ha abierto los ojos con ellas puestas y sin máscara y no las ha perdido. Pero mejor no correr riesgos y por si acaso, como os digo, optar por las desechables y no por las mucho más caras de uso mensual o aún mayor.
Si optamos por hacer la corrección en la máscara también tenemos dos opciones, la de comprar unas gafas de bucear que dispongan de cristales graduados, generalmente en intervalos de 0,50 dioptrías, y no olvidarnos nunca de ellas, siendo el primer objeto que pongamos en la bolsa , no vaya a ser que la anhelada escapada de buceo devenga en pesadilla borrosa, o bien adquirir unas gafas que, llevando los cristales normales, permiten que exteriormente se le adapten otros complementarios con la corrección visual. Yo personalmente utilizo las primeras, éstas no las he probado aún pero cualquier día me compro unas y os cuento.
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Rafa Martos
Técnico Deportivo en AA.SS, Instructor de buceo y fotógrafo submarino, autor de publicaciones divulgativas de buceo y snorkel, editó el libro Buceo en la Costa Blanca y es [...]